Crónica personal
Olvido. Por Rubén Darío Buitrón
Cuando me lo contaba, mamá decía que me había encargado con Elisa, pero nunca entendí por qué confió en ella para que me cuidara. ¿En qué estaría pensando mamá? ¿En su descubrimiento de que su marido la traicionaba y que esa certeza la atravesaba el alma hasta la obsesión y el dolor más vivo? Por
Cuarenta años con psiquiatras. Por Rubén Darío Buitrón
A los depresivos crónicos como yo quizás les ayude la idea de que nunca van a curarse del todo y que no existe nada mejor contra ese mal que asumir, sin eufemismos, que lo llevas como una sentencia a cadena perpetua. Por Rubén Darío Buitrón Es como si una potencia nuclear te atacara, sin previo
Si la muerte me hubiera tenido paciencia… Por Rubén Darío Buitrón
Tuve que resignarme a la atención médica privada luego de que las puertas de la salud pública, a la que tenía derecho, no se me abrieron en el momento en que mi vida se había puesto en riesgo por una grave enfermedad. Por Rubén Darío Buitrón Era absurdo pedirle a la muerte que tuviera paciencia
«Fraccionada». Una historia de María Augusta Pérez
FRACCIONADA Por María Augusta Pérez* —Están bien, y son dos—, dijo la ecografista, mientras sonreía sin mayor sorpresa, como si hubiera dicho “uno o tres”. Era yo la que, por primera vez, escuchaba latidos ajenos que vinieran de adentro de mí. Lloré. Había transcurrido apenas una semana desde que recibimos la noticia de que tendríamos
José Delgado: «Solo soy un instrumento de Dios». Por Rubén Darío Buitrón
José Delgado tiene una trayectoria profesional de 34 años en la televisión. Se inició como «cargamicrófono» en Teleamazonas y luego, por el éxito de su estilo tan particular de hacer historias de la gente común, pasó a Gama TV, Canal Uno y, ahora, a TC Televisión. Controversial para unos y periodista marginal para otros, nunca
«Fuga». Crónica personal de Rubén Darío Buitrón
Por Rubén Darío Buitrón* Era mayo, años 70. Quito vivía bajo la oscura luz del ensimismado presidente José María Velasco Ibarra. Su círculo íntimo -al contrario de la lucidez e inteligencia del mandatario- era corrupto y él no parecía o no quería darse cuenta. Eran los meses anteriores al momento en que un grupo de
«Mi sargento». Crónica personal de Rubén Darío Buitrón
Qué cosa tan rara es la cotidianidad militar: eso de que tengas que pedir permiso para hablar, que tengas que pedir permiso para hacer silencio, que tengas que pedir permiso para comer, que tengas que pedir permiso para correr, para dormir, para llegar, para irte…. Por Rubén Darío Buitrón* Me miró. Siguió mirándome. Primero, con
Lisandro. Crónica personal de Rubén Darío Buitrón
«Hubo un momento de largo silencio, me besó mucho. Lloró mucho. Tenía un problema y no era yo. Era Lisandro Meza. Había ido a un concierto, lo conoció en el camerino cuando fue por un autógrafo, salieron una noche a comer y a bailar y, desde entonces, la llamaba con insistencia a pedirle que fuera
Daisy. Crónica personal de Rubén Darío Buitrón
«Ella era mulata, vestía minifalda roja, con muslos generosos, y una blusa que casi no ocultaba sus senos. Tenía unos veinte años y en su rostro moreno brillaban intensos ojos verdes. Estaba un poco ebria. Una hora después, su más sensual tono de voz se deslizó entre el ruido atronador de la noche y me
El secreto. Crónica personal de Rubén Darío Buitrón
Por Rubén Darío Buitrón* Hay días destinados a quedarse para siempre en la memoria. En lo más duro de la memoria, donde suelen doler las historias cotidianas. Esa mañana salía a la escuela. Estaba en sexto grado. Era noviembre, mes de los muertos. Serían como las siete. Hacía frío. Abrí la puerta de